Cartografía lunar
Se
vuelve mi manera de soñarte
pequeña
buganvilia en el desierto.
Se
vuelve una manera de cantarte
la
flor apiñonada entre naranjos.
Y
así, de pronto, me encontré buscando
en
todos los espejos
para
hallar en tu carne de mujer
los
restos de mi máscara tirada.
Cuéntame
de tu infancia, Carolina
reúne
todos mis pedazos rotos
que
te quiero escuchar
hablar
del viejo Cuzco y de los Incas,
de
los hijos del Sol y de la Habana.
Pues
tus lunares
han
formado un nombre de varón
y
es el mío.
Yo
hablaré de la luna en occidente,
al
llegar el alba, día con día,
te
cantaré en tzotzil un canto nuevo
y
beberé pozol desde tus labios.
Pues
mis lunares
han
formado un nombre de mujer
y
es el tuyo.
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