martes, 26 de mayo de 2020

GIORGIO DE CHIRICO




  
Una noche



La noche última el viento silbaba tan fuerte que creí iba a
derribar las rocas de cartón.
Mientras duraron las tinieblas las luces eléctricas
Ardían como corazones.
En el tercer sueño me desperté cerca de un lago
Donde venían a morir las aguas de dos ríos.
Alrededor de la mesa las mujeres leían.
Y el monje se callaba en la sombra.
Lentamente pasé el puente y en el fondo del agua oscura
Vi pasar lentamente grandes peces negros.
Súbitamente me encontraba en una ciudad grande y
cuadrada.
Todas las ventanas estaban cerradas, doquier silencio Doquier meditación
Y el monje pasó aún al lado mío. A través los agujeros de su
silencio podrido vi la belleza de su cuerpo pálido y blanco
como una estatua del amor.
Al despertar la dicha dormía aún cerca de mí.



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