La nuez
Durante
un concierto
todos
se quedaron dormidos;
incluso
los jugadores.
Cuando
se despertaron todos
miraron
su reloj y vieron
que
habían pasado tres horas,
pero
nadie se atrevió a confesarlo, y mucho
menos
los sueños que había tenido.
Solo
el niño que había soñado con
ser
una nuez
le dijo
a su madre y ella
respondió
que el sueño más hermoso que
jamás
se había tenido.
A la
mañana siguiente,
la
mujer que limpiaba la habitación
encontró
una nuez
debajo
de un sillón
y se
la guardó en el bolsillo.
Allí
su hijo lo encontró, lo tomó, se lo
comió
y lo encontró muy bueno.
Esa
nuez era la única prenda
que
le quedaba al tiempo por tres horas.
Robada
a esos nobles espíritus.
Recogida
en la sonora cáscara
de
un cálido Auditorio,
fue
el único objeto
robado
del mundo onírico de
un niño por otro niño.
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