Alguien
entra en la muerte con los ojos abiertos
Déjenme limpiar esta herida,
apesta mi cuerpo,
déjenme secar con mi vieja camisa de fuerza
las dúctiles paredes donde se rompen mis sueños.
Por
favor, cuando yo parta,
no me cierren los ojos,
no me maquillen el rostro como a un cadáver
que aparenta estar vivo,
no me disfracen con saco y corbata
pues la muerte no compra etiquetas,
no me vistan de honor, no lo necesito,
no me pongan mordazas en la boca
ni algodones en la nariz;
no me dejen sin sentidos.
Por
favor, les ruego,
no me dejen ir con este peso
que me obliga a mirar hacia abajo.
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