jueves, 1 de julio de 2021

MARIANA VIVEROS

 

 

Dejé de ver la ciudad

 

Pilla el abrigo y nos vamos pa’ Ucrania
que aquí no hay na’ que arañar
más que la rabia.
GATA CATTANA

 

 

Dejé de ver la ciudad.
Camino sin notar las baldosas,
la fuente, la farola;
ya no hay encanto de niebla
ni miradores en la hora azul.
Dejé de ver la ciudad
en medio de un invierno crudo
donde cada día
era noche interminable;
los rostros todos se volvieron, entonces,
réplica uno del otro del otro,
tiempo espiral.
Una noche llegó Jasón
y por instantes volví a ver la ciudad
pero a través de sus ojos:
argéntea, abierta,
“es perfecta para soñar” (dijo él).
Suéñala, Jasón
quema tus naves en ella,
Medea te libera y se va.
Quiere una copa de arak,
baklava, cous cous.
Tu licor es melancolía
en esta boca roja amiga del Solanum nigrum.
Hay olivares esperando,
palacios nazaríes brillando escarlata
bajo el sol de la ciudad soñada:
ciudad portentosa, de magia telúrica,
ciudad para verla siempre
aun en penumbras,
aun desolada.

 

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