Retrato
de mi madre con una ciruela
I
Mi
madre se restriega una ciruela por el muslo.
Hay un rastro de color. No porque la carne sea blanca, sino porque se pudre la
fruta.
Mi hermana escribe sobre cómo las mujeres romanas se maquillaban usando fruta
podrida.
Dice que es increíble. Lo que quiere decir es que le da asco.
II
Mi
madre arrastra una ciruela por el muslo. Sentada, no hay dirección.
El gesto no tiene función alguna. Por eso es el gesto del poema. Solo mancha,
huele, destaca la desnudez de todo lo demás.
Yo miro apoyado en el marco de la puerta.
III
Una
piel roza otra piel. Se rompe, mancha. Resbala antes de llegar a la semilla. Se
deshace.
Y no hay vuelo ni herida.
Si yo miro, el gesto es cotidiano. También el poema. La ciruela tiene el tamaño
exacto del puño de mi madre.
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