Eos
A
las nueve de la mañana entra mi madre en un bar al lado de la carretera,
cojeando, detrás mi hermana. Desayunan en silencio. Puede que haya en la barra
alguien que toma café y llega tarde a abrir su negocio. Probablemente hombres
que hayan dormido unas pocas horas nada más. De vez en cuando se miran y hacen
algún comentario la una de la otra. Mamá lee el periódico y mi hermana saca
fotos de todo con el móvil.
Desayunan
sentadas en una mesa del fondo. Los dueños del bar las conocen aunque no sepan
cómo se llaman. La mujer detrás de la barra sonríe y mi madre le devuelve la
sonrisa.
Después,
mi hermana dos horas de inglés, ortografía y matemáticas. Así cuatro días a la
semana. Mi madre pasea por detrás de los edificios, dos horas, cuatro días a la
semana. A veces se cansa y arrastra el pie derecho.
A
la salida vuelven por el bar o se sientan contra alguna pared cerca de la
carretera. Mi padre pasa a recogerlas a la vuelta del trabajo.
Es
duro, pero así debe ser.
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