Un
adiós
Huye
ligero el abrasado estío
cual sueño de ventura,
como ilusión resplandeciente y pura.
sobre los campos, rápido y sombrío
tienda el otoño su aplomado velo,
de secas hojas alfombrando el suelo.
¡Adiós, mis campos llenos de rocío,
adiós mis perfumados limoneros
de aroma penetrante!
No he de volver a veros,
ni ya la brisa en el azahar posada
oreará tranquila mi semblante.
Adiós también al sauce pensativo
bajo cuyas ramas
vagos sueños de amor formó mi mente,
donde he visto la luna que se baña
en el azul del cielo transparente.
Cuando vuelva otra vez en la primavera
yo volveré cual vuelve al grato nido
golondrina ligera,
y al respirar la brisa perfumada
me sentaré debajo la enramada.
De:
“Gota perdida en el inmenso mar”
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