Cuando
el animal de fondo sube la cabeza estalla
Hoy
vienen los fantasmas y en la mesa que gira
Veo crecer las flores bajo el llanto sediento
Del ojo que en el centro del plato está mirando
La alcuza con su aceite y su escorpión.
Los
días se cerraron de repente, crecieron grandes hojas
Como piel de leopardos al acecho, preguntaron
Mi nombre en arameo, quebraron las botellas
De centellas heladas, esos restos de amor que pule el mar.
Seguramente
está de más, dijeron. Equivocó el reloj
Sus engranajes, voltearon de revés esas poleas
Y entre animales vago –ser de sangre caliente–
En los caminos, muerdo sobre los frenos, soledad.
¿Se
apagó el sol? pregunto. Los niños lloran
Y de las cuatro esquinas siento subir burbujas
Que relamen sin tregua los tablones, los bordes macerados
De aquél Arca, bajo un palio de fiebre va el carbón.
No
quiero ver quebrarse la guitarra
No quiero ver subir la marmita
Aquél ojo con garras que pregunta de nuevo
Si dos y dos son cuatro, si las aguas hirvieron de verdad.
¿Dónde
estamos queridos? Las arenas de insomnio se levantan,
Juntemos los juguetes del terror, encendamos la mecha
Que parta en dos la luna y esperemos mil años…
Mi calamar
Mi madre entre la tinta empieza de repente a sollozar.
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