"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 28 de febrero de 2022
GERTRUDIS PEÑUELA
El
beso
Cállate,
nada digas.
No quiero que disipes
este blando misterio…
Deja que en el hondor
de los minutos,
se asfixien las palabras
y arda sólo el deseo.
Bésame
así, despacio.
Qué profundos tus ojos,
dos silencios
tocados con un velo de caricia
tiñendo la blancura de mi carne
con el oro rosado del incendio.
¡Qué flexible tu boca!
Tiene a veces
palpitación de ruego,
o es tan cálida y suave,
como una fruta bajo el sol madura
o como el pálido rubor de un seno.
Bésame
así… despacio.
Que tu lengua como una llama viva
alimente mis sueños,
y después en mi lánguido abandono,
sea una brisa limpia
brillando en los jazmines de mi lecho.
¿Y
dices que es un tósigo en mis noches
de soledad ansiosa tu recuerdo?
Pero no, que el veneno me lo diste
entre los opios tibios de tu aliento.
Así…
despacio.
Que mi cuerpo todo
para tus labios sea
tibio estremecimiento,
y que tu vida
baje hasta mi vida
bajo la muda encarnación
de un beso.
MARIO BENEDETTI
Botella
al mar
Pongo
estos seis versos en mi botella al mar
con el secreto designio de que algún día
llegue a una playa casi desierta
y un niño la encuentre y la destape
y en lugar de versos extraiga piedritas
y socorros y alertas y caracoles.
LOLA RIDGE
Popurrí
¿Recuerdas
el melón dulce de la luna
goteando espesa miel de luz
donde Canal Street va paseando sola entre árboles silenciosos?
Y el leve aroma rancio de patchoulí,
fragancia de Nueva Orleáns
como un nardo marchito
sostenido en la cálida atmósfera…
maravillosamente intacta.
MARÍA CRISTINA MENARES
Vigilia de amor en Hanga Roa
Sólo
en sueños puedo amarte,
hombre de piedra.
Hombre
tallado en la cantera
del volcán Rano Raraku;
vigilante milenario,
dios altivo.
Yo
presiento
que en las noches en que suelta
su aromático aliento
el eucaliptus,
me escudriñas con tu estática mirada.
Otras
veces
es tu voz la que me alcanza
a través de la distancia,
con clamor petrificado.
No
me busques,
no me nombres
ni me implores
desde nubes de una atmósfera intangible
de sombras y reflejos.
Entiende
que la llama del amor
no resplandece
de gélidas caricias escarchadas.
y por eso, no me ruegues,
ni me invites a besar tus labios fríos,
ateridos
por la nieve endurecida de lo siglos.
Porque
yo
sólo en sueños puedo amarte,
Moai Maea:
¡cuando el cielo se ilumina
con la luz de las estrellas,
y la noche con sus sábanas sombrías
cubre el justo letargo de la tierra!
MANUEL TIBERIO BERMÚDEZ
El
rumbo del poema
Yo
te construyo poesía
Lentamente
Como acariciando
Cada palabra
Que llega desde adentro
Desde la carne
O desde el alma
Desde la alegría
O desde el grito desgarrado
Yo
te hago poesía
Con trozos de recuerdos
Con mensajes encontrados
En el aire
Con miradas cruzadas con la mía
Con pedazos de vida
Con ausencias y olvidos
Con abrazos y besos
O cuerpos poseídos
Yo
te invento poesía
Con palabras que llegan
Por su cuenta
Gritando, exhibiéndose
Contando o cantando
Celebrando o riendo
Y yo con mi pluma
Les trazo el rumbo del poema
ANDRÉS HENESTROSA
Ven a mí…
Ven
a mí, acércate,
acércate más, más cerca.
Dame tu mano
y por el camino de mi mano
pásate y éntrate en mi corazón.
Escucha lentamente para que
puedas entender estas palabras
que en mis labios tiemblan.
Verás mis palabras caer en el aire,
como si fueran pequeñas balsas
próximas a naufragar su contenido.
Acógelas.
Sé tú como una blanda orilla de mar
a donde mis palabras recalaran.
Acércate más, más cerca.
Dame tu mano.
En mis historias encontrarás
lo que es limpio, lo que es bello,
lo que transparente brota de mí
como una flor.
Acógelas, sé tú como una blanda orilla,
donde mis palabras recalaran.
Acércate más, más cerca.
Pero ¡ay de mí!, si estando tú
en mi corazón, yo abro los ojos
y te busco en el viento y en la nube,
y otra vez me encuentro solo,
completamente solo bajo el viento.
domingo, 27 de febrero de 2022
JOSÉ PORTOGALO
Elogio
del esfuerzo
Ah,
gota de sudor, perla, diamante o flor;
corazón del esfuerzo fecundo de los hombres;
semilla que florece sobre las frentes rudas
tal un trazo de estrella transparente en la noche.
Sobre las dos orillas de las cejas se engarza
como una aurora en medio de un bullicio de pájaros;
es ella la simbólica lonja de tierra fértil
donde germina el fruto de la espiga y del árbol.
Ah, gota de sudor:
eres llena de gracia por tu forma de lágrima
y de corazón.
Cuando trizas arrugas con tus otras hermanas
toda la vida es una palpitación de estrellas
hecha lumbre en las frentes que abren surcos al alba.
Frentes que son como ostras con tesoros de perlas.
JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS
La
perfumista
Urna
de otras reliquias
ante la babilonia de cristal de los estantes
olisca el seco olor del palisandro, la resina
de estoraque (Venus)
o el aroma lunar de la alhucema.
En las alturas habitadas por el polvo
reconoce, con una orientación
de pájaro, los sitios
migratorios de los frascos.
El ámbar gris junto al pebete
y la sortija de durazno del almizcle,
el emoliente de la mirra, la cananga
siamesa que no conoce el frío, el cinamomo,
la perezosa goma del gálbano, el aura de la algalia
y la aromosa Quío de trementina.
Su
anciano cuerpo de nao
navega los no muchos
metros cuadrados del negocio
a donde devanó una vida de vahos.
Humecta el heliotropo, el rayado
corazón del opopánax, fija el aceite
de lilas sumisas, glicinas, rododendros,
el inminente jazmín, lavándula, retama.
Líquidas querencias que sahúman
un instante el aire
como un destello íntimo
o un enigma en las narices de los legos.
Ella sonríe (ojos bilingües) satisfecha
del uso y del atisbo y del aviso
que su olfato le fabrica
en ámbar negro.
Reconoce a tiempo, como nadie,
cada temperamento
del planeta persa de las rosas o del dragón
de la gardenia.
(Algún
día la busqué en su biblioteca de espíritus. Quería hallar uno. Tuvo conmigo la
paciencia de una pitonisa; revolvía y probaba y negaba y volvía a probar. Dimos
por fin con la síntesis, la sintonía del perfume que mi memoria fijó años atrás
con la imagen de una muchacha en la playa a medianoche con los labios en un
verso de Lorca: y que el mar recordó ¡de pronto! los nombres de todos sus
ahogados. Salí de ahí con un frasquito. Ella tenía ese lugar de mí en un rincón
de sus vitrinas.)
Cajas,
etiquetas que
ella dictamina con el catálogo de un gusto
desconocidamente enciclopédico
mientras afina el pianoforte de
una armonía aromática.
Cálidamente
sus muñecas
son un matraz
de enfrascados universos
que frota y airea para regocijar las aletas
de su nariz octogenaria.
Puede que existan tres centímetros de ciencia
en esa silla. Por lo menos
la esencial de los detalles.
CARLOS ARTURO TORRES
El
primer canto
Cuando
después de su triunfal carrera
Hundió la roja frente
El astro de la luz por vez primera
Detrás de las montañas de Occidente,
El
primer hombre atónito miraba
El declinar del día;
Y al notar que la sombra lo rodeaba,
Sintió miedo, dolor, melancolía…
Sufrió
al mirar la gran naturaleza
Envuelta en negro manto,
Le oprimió el corazón honda tristeza,
¡Y acompañó a las aves en su canto!
Primer
canto, expresión de un sufrimiento
antes no sentido,
Al cual hicieron coro con su acento,
El murmuró, y el trino, y el balido.
Desde
entonces doquier que los pesares,
La duda, el desconsuelo,
Hacen brotar las lágrimas á mares,
Tú las enjugas, ¡Musa! hija del cielo
La
noche que los ojos envolvía,
De Milton y de Homero,
Hizo surgir la eterna poesía
Que oyó atónito y mudo el orbe entero.
Oh
desesperación, cuando la sombra
Cubre el mundo y el alma,
El hombre en su dolor te invoca y nombra,
¡Y no le prestas la anhelada calma!
El
dolor, sin cesar, con rabia fiera
El corazón desgarra
¡Ay! un alivio a este dolor no hubiera
Si algo no hiciese detener su garra.
Ese
efluvio que luz y amor exhala,
Del alma santo anhelo
Eres tú, Poesía, eterna escala
!Por donde el alma se remonta al cielo!
Ella
le grita al desgraciado «¡Espera!
La esperanza no es vana,
Si hoy te oprime el dolor con saña fiera,
Eterna dicha gozarás mañana!»
Cuando
en medio la noche sosegada
Titilan las estrellas,
¿Quién al alzar la vista conturbada,
No cree que su alma ha de habitar en ellas?
¡Oh
dolor! ¡oh tinieblas, ¡oh misterio!
¡Punzadoras angustias!
Silencio aterrador de un cementerio,
Desiertas ruinas, soledad es mustias;
Sonido
de una música lejana,
Queja de un arpa rota,
Triste doblar de funeral campana,
De alondra herida postrimera nota;
Nostalgia
dolorosa del proscrito,
Desengaño, locura,
Tú, tormento mayor que el del precito
¡Amor sin esperanza, cruel tortura!
Fuentes
sois de perenne poesía
De inspiración sublime,
Porque sólo en su mísera agonía,
¡El bardo celestial cantando gime!
Hacen
vibrar los íntimos dolores
El arpa sacrosanta,
¡En la noche gorgean los ruiseñores!
¡En la desgracia el hombre llora y canta!
EDUARDO EMBRY
El
martillo a Quino
Con
el martillo que se había encontrado
se fue pensando y pensando en clavar un clavo,
pero en vez de clavo que clavar con ese martillo
se topó con una rosca;
con esa rosca que se había hallado
se fue pensando y pensando en un desatornillador;
pero en vez de desatornillador
con qué atornillar esa rosca,
dio con una llave francesa,
con esa llave francesa que se había encontrado,
se fue pesando y pensando en una tuerca;
pero en vez de tuerca que ajustar con esa llave
dio por fin con aquel clavo que andaba buscando
y con ese clavo que se había encontrado
se olvidó de la rosca y del desatornillador,
de la llave francesa y de la tuerca,
y se fue pensando y pensando
en buscar aquel martillo
que una vez, y sin querer, se había encontrado,
pero en vez de martillo
con que clavar ese clavo,
se puso por delante un usurero
que ya había puesto precio al martillo
y lo ofrecía en el Mercado.
ELINOR WYLIE
Huida
Cuando
los zorros coman las uvas doradas,
y el último antílope blanco sea asesinado,
yo, dejaré la lucha, huiré
a una pequeña casa que voy a construir.
Pero
antes me transformaré en un hada minúscula
con un susurro que nadie entienda,
haciendo lunas con todos los ojos ciegos
y caminos de lodo con todas las manos.
Inútilmente
buscaréis a tientas
en las en la raíz de mangle,
o en la manzana con aroma a lluvia,
los nidos de plata de la avispa colgando como frutas.
CARLOS ENRIQUE SIERRA MEJÍA
Lunes
Uno
se acusa en el espejo
se condena a muerte
se fusila
Luego,
abandona el cadáver
y se va impune
a
otro lugar
sábado, 26 de febrero de 2022
JULES LAFORGUE
Resignación
Como
necio parásito de un planeta oscuro,
en la infinidad sonora de clamores eternos,
aquí, lugar cualquiera, he nacido y vivo,
y sólo es mi deseo que se sepa y se detenga todo.
Que por un grito perdido en la tormenta
los océanos callen de pronto el aullido de sus olas,
que por traer flores a mi tumba
los soles en masa dejen su Verbena.
¡Pobre corazón ingenuo! Rómpete, no eres nada.
Muchos otros murieron con ansias iguales
y la tierra siguió en su silencio.
Todo es duro, descorazonado, superior a ti.
Sufre, ama, espera siempre y baila
sin nunca exigir ese Porqué universal.
FRANCES HARPER
Aprendiendo
a leer
Muy
pronto los maestros yanquis
Bajaron y crearon la escuela;
Pero, ¡oh! cómo lo hicieron los Rabinos, lo odio, –
me opuse a su gobierno.
Nuestros
maestros siempre tratan de ocultar
de nuestros ojos el libro de aprendizaje;
El conocimiento no esta de acuerdo con la esclavitud
Nos haría muy sabios.
Pero
algunos de nosotros trataríamos de robar
Un poco del libro.
Y juntar las palabras,
Y aprender por las buenas o por las malas.
Recuerdo
que el tío Caldwell,
Quién tomó licor del pote de grasa
Y engraso las páginas de su libro,
Y se escondió en su sombrero.
Y
había visto a su amo
Las hojas sobre su cabeza,
Había pensado que los papeles grasientos,
Pero nada que leer.
Y
allí estaba el señor Ben Turner,
Quién oyó el hechizo de los niños,
Y escogió las palabras correctas del corazón,
Y aprendió a leerlas bien.
Bueno,
la gente del Norte enviaron
a los profesores yanquis abajo;
Y de pie nos ayudaron,
Aunque los amos le hicieron mofa y fruncieron el ceño.
Y yo
anhelaba leer mi Biblia,
Por las preciosas palabras que dice;
Pero cuando empecé a aprender,
La gente se limitó a sacudir la cabeza,
Y
dice que es inútil tratar,
¡Oh! Chloe, que es demasiado tarde;
Pero a medida que se elevaba sesenta,
No tenía tiempo para esperar.
Así
que me dio un par de gafas,
Y luego me fui a trabajar,
Y nunca me detuve hasta que pude leer
Los himnos y el Testamento.
Entonces
tuve una pequeña cabaña
Un lugar para llamarlo mio
Y me sentí independiente
Como la reina en su trono.
RAÚL ZURITA
Inscripción
178
Te
hablan ahora las rompientes de tu vida
Te cuentan de las falsas Itacas,
del naufragio en costas remotas
de tu cansancio doblándote hacia las olas
Te dicen que más allá está el final
de la tierra
que allí el mar se derrumba, que tu mar
amado se derrumba y que los barcos
nunca han vuelto
Te hablan en tu propia noche los temores
Que
suenen entonces como algo que se
despierta estos poemas
como algo que está en tí, como algo que cruce el mar y se despierta.
RENÉ SEGURA
Lo
que tengo
Tengo
una autoestima medicada
Una dialéctica muy peligrosa
Unos buenos recuerdos
Y este poema que nombra lo que tengo.
Una
fe en la fe
Y un desprecio por el desprecio
Una Contradicción a la contradicción
Y un discurso enredado para parecer interesante.
Una
conexión universal
Una anarquía que uso solo cuando me conviene
Una cruz que convertí en silla
Un malestar incurable.
La
celda más grande
Un reflejo en el fango y otro en el cielo
Un respeto a mis teorías
Y un ritual de fuego.
Esto
es lo que tengo.
JORGE LOBILLO
Retrato
de mis padres
Nada
mejor que el mar al fondo.
Mi
madre, a quien el sol y el dolor
miraron siempre desde niña,
ve cómo escapa el tiempo,
con esa serena gravedad
que tienen los esteros
cuando comienza a oscurecer.
Viste un tono marrón
adecuado a la tristeza
Junto,
mi padre,
un hombre de campo, apuesto y sabio,
de piel blanca y ojos verdes
que recuerdan la alfalfa con rocío,
domina firme la distancia
que existe de la tierra al agua.
Su pecho en una alba guayabera
emerge de un pleno desafío
entre los tropiezos de la vida.
Y yo
estoy aquí,
río resuelto en vértigos,
fuera de ellos.
Y de su fotografía.
ALEJANDRO ROEMMERS
Impulso
luminoso
LUCHA
del mármol
contra la gravidez de los instintos:
triunfo del hombre
sobre las garras de la piedra.
Pliegues y repliegues sensuales,
marea y pleamar de la existencia.
Mórbidos efluvios
de energías carnales.
Proas afiladas,
místicas velas.
Aristas que absorben
transparencias del aire.
Atrevida fragilidad,
reflujos de amor y desventura:
historias de vida,
misterios que se alargan.
Entramado de tensiones.
Chispa de futuro.
Fuego blanco de Carrara.
Estalagmitas de fe.
Impulso luminoso.
Gótica pureza.
Estallido inacabado.
Grito ancestral de la materia.
viernes, 25 de febrero de 2022
MARÍA CRISTINA RAMOS
Todos
los días
Péiname
cuando me peines
con peinecitos de escarcha,
porque los peines de luna
me despeinan las pestañas.
Lávame
cuando me laves
con jaboncitos de trébol,
pues los jabones sin suerte
se escurren entre los dedos.
Sécame
cuando me seques
con un toallón sin puntillas
pues los hilitos finitos
se pegan en mis cosquillas.
Préstame
todos los días
un sombrero para el sol,
un sol para mi sombrero
y una sombrita de amor.
BAUDILIO MONTOYA
Memoria
Era
tan leve, tan sutil, tan mía,
tan ingenua, tan diáfana y tan suave,
como el trino cordial que dice el ave
cuando comienza a parpadear el día.
Era
toda blancor de Eucaristía,
emoción de llegada de la nave,
y había en su ser, porque el amor lo sabe,
como una placidez de lejanía.
Una
voz queda en mí que la reclama,
una voz dolorosa que la llama
y que en mis horas sin cesar la nombra,
y
que la busca tras su amargo ruego
inútilmente, como busca un ciego
su luz perdida en medio de la sombra.
FAUSTO VONBONEK
Erótika
¿Para
que matizar el deseo de la zarpa?
Quiero matar, revivir, penetrarte
hiere la luz la elegía de tus senos
necesito entender que en tu boca soy ruinas
el semen no cesa en su afán de agonía
si me atormenta el tatuaje en tu sangre
puedo besarlo por siglos y luego por siglos
morar en tus huesos.
Esta es la orgía de los tigres
zarpa, acechanza, mordida, erección desenfrenada
el abismo es un clítoris negro sediento de luna.
¿Quién es el dios de la cruz en tu nuca?
Dios nos proteja del diablo después de adorarnos.
JOSÉ UMAÑA BERNAL
Azucena
Copa
de celeste yelo,
sarcófago de rocío,
celdilla de azul y frío,
para la abeja del cielo,
agua de luna en desvelo,
laberinto de cristales,
vara de nieves cristales,
ave sin trino dormida,
campanilla suspendida,
en claustro de madrigales.
ENNIO MOLTEDO
Mudos
Y
sabiéndolo todo, y estando de acuerdo en tantos
signos y colores, aún dudamos; nunca sabremos descifrar
estas mudas palabras:
Allá, en tu esfera, entre nubes, esperando, y yo
tendido, enredados mis dedos sobre esta máquina
brillante, y en medio del aire, el viento grueso que en
cualquier momento pasa invisible llevándose las hojas
y los pájaros.
ELISE COWEN
Quién
me dará…
¿Quién
me dará la
nalgada cuando
vuelva a nacer?
¿Quién
cerrará mis
ojos cuando
a la hora de mi muerte
me vea?
jueves, 24 de febrero de 2022
GRACIELA REPÚN
Desde
la escuela
Desde
la escuela
El piojo empieza
A hacer turismo
Por la cabeza.
Saltan de a cuatro,
Saltan de a ocho,
Les da lo mismo
Rubio o morocho.
Y nunca falta
Un piojo que pase
De grado en grado,
¡Tanto ir a clase!
JEANNE KAREN
Mecanógrafa
frente al Sena
I
El
amor aguarda en las riberas en las playas
Cada ola sabe de los besos prometidos
y su abrazo en el corazón de la eternidad
El Sena
testigo transparente
se queda quieto
II
El
río es un sueño que despierta bajo la hoja
hace del temblor un deseo de lluvia
La máquina de escribir dicta la tarde y el movimiento susurrante de los árboles
dicta a la memoria de la mujer
una traducción para trazarla sobre su piel
Aparecen tabulaciones impresionistas bajo sus dedos de luz cosechada
La noche no se acerca todavía
a destruir las aguas
III
Me
pediste que arrojara al fondo del Sena todo cuando poseo
Mi cuerpo se hunde igual que la barcaza de la tragedia de Vigo
De la máquina de escribir nace un ave que se desploma
y rompe en un vuelo desesperanzado
CLÍMACO SOTO BORDA
Soneto
profético
Esto
pasa en el año tres del siglo presente:
de una nevada esteárica a los rubios reflejos,
en descifrar se empeña sonetos suyos viejos
y cojos, de tres años, un bardo decadente.
¡Nada!
¡Ni él mismo sabe lo que soñó su mente!
Está perplejo el que antes a otros dejó perplejos.
Como olvidó los símbolos y ve las claves lejos…,
no entiende nada…, nada…, nada absolutamente.
Vuelve
el antiguo oráculo por la explicable cifra…,
mas tampoco el oráculo sus enredos descifra
y ordénale que a estrofas claras su afán consagre.
¡Oh,
poetas! Del numen el jugo cristalino
verted en limpias ánforas, y así del genio el vino
sin mistificaciones nunca será vinagre.
JORGE ETCHEVERRY ARCAYA
Bullanga
Desde
la calle
O en la mañana en Santiago
Los silbidos que cruzan hombres
imitando a los pájaros
Los perros que se despiertan temprano
Los gallos (infaltables)
Las micros
Por acá
En el otro hemisferio
Algunos meses los cuervos
muy de mañana
Los gansos que emigran
En el centro de todas las ciudades
variedad infinita de motores
produciendo gases
Estamos acostumbrados a la bulla
Nacimos en una ciudad sudamericana
Mal que les pese
a los europeos o norteamericanos
Nosotros también tenemos ciudades
y cómo
Echo de menos ese rumor
que me asaltaba
las veinticuatro horas del día
“te hicimos
te vimos crecer
nos pertenecen tus pulmones y tus ojos
nos echarás de menos
hasta el día de tu muerte
Tu cielo tendrá ese ruido
como música de fondo”
NATALIE DIAZ
Por
qué no hablo de flores cuando las conversaciones con mi hermano alcanzan
incómodos silencios
Perdónenme guerras distantes, por traer
flores a la casa.
Wislawa Szymborska
En
las montañas de Cachemira
mi hermano mató muchos hombres,
voló cráneos debajo de pieles oscuras
tiñó el blanco desierto de rojo carmesí.
¿Qué
se le puede decir a un hombre
que atravesó un mundo así
donde sus manos y sus ojos
lo traicionaron?
¿Había
flores allá?
le pregunté.
Esto
me dijo:
En
una aldea, muchos hombres
envolvieron a una mujer en una sábana.
Ella no opuso resistencia.
Le arrastraron los pies descalzos por el suelo.
La
acostaron sobre el camino
y la lapidaron.
El
primero fue el padre.
Arrojó dos piedras al hilo.
En el trayecto su hermano
se había llenado las bolsas con piedras.
La
multitud reunida
era un enjambre alborotado. La lluvia
de rocas contra su cuerpo
ahogó los gemidos de la mujer.
Manchas
de sangre en la sábana,
un ramo de violetas,
cien rosales en flor.
ESTHER DE CÁCERES
Manos
de amor
¡Qué
cercanas, qué lejanas,
tu mano y mi mano juntas!
Me enloquezco cuando siento
que entre el amor de sus palmas
una mano taladrada
les separa los dos pulsos.
-Ya
se acercan, ya están juntas,
como una flor con su tallo,
tu mano y mi mano juntas!
Quiero sentirles la sangre
junta;
¡las vivas raíces juntas!
¡Ay!
Todavía las separa
el resplandor de una rosa
con su ser, que es, como el tuyo,
terrible, tierno, traslúcido!
Toda
la noche tu mano,
convertida en una rosa,
fue sangre de sueño y flor
sobre el sueño de mi mano
silenciosa.
miércoles, 23 de febrero de 2022
CARLOS RÍOS
Primera
confesión
Escribo
poemas
y después borro
palabra a palabra.
Qué pena Juarroz
hacer de la poesía
leña de árbol caído
o como cantan ahí
leña para el carbón.
En fin. Hoy aprendí
de vos
el valor
central
la síntesis.
Que lo malo
(si existe)
puede ser
vertical
y peor.
RODULFO FIGUEROA
Por
el arte
¡Cuán
hermosa es la muerta! Exuberante
su desnudez sobre la losa brilla;
yo la contemplo pálido y jadeante
y tiembla entre mis manos la cuchilla.
El
profesor, que la ocasión bendice
de poder explicar algo muy bueno,
a mí se acerca y con placer me dice:
-Hágale usted la amputación del seno.
Yo
que siempre guardé por la belleza
fanatismos de pobre enamorado,
-Perdonadme —le dije con tristeza—,
pero esa operación se me ha olvidado.
Se
burlaron de mí los compañeros;
ganó una falla mi lección concisa,
vi en la faz del maestro surcos fieros
y en la faz de la muerta una sonrisa.
GUSTAVO TATIS GUERRA
El
niño ciego busca la luz en las manos de su madre
Dame
la luz de tus manos que cruzaré el aire
del patio detrás de un grillo que canta
después te diré en qué patio
nacen mis oscuridades sublimes
mis noches de agua que tienen sílabas amarillas
y alumbran el bosque por donde viajo
a través de la música.
Dame
la lámpara de tus manos
que aún no he encontrado
la puerta de salida
el cielo claro que se
derrama sobre mis párpados
luego me iré solo
y mi alma mirará al infinito.
XIMENA ADRIASOLA
Crepúsculo
sombrío
Confiando
en la noche
la luz tiembla
en las ampolletas
tendida
y con los brazos cerrados
espero un milagro
para abrirlos
mis ojos
lámparas de lágrimas
lloran estalactitas
inmortales
por la humanidad
en que vivo.
LEONARD NIMOY
Tú y
yo hemos aprendido
Tú y
yo
hemos aprendido
La canción del amor
y la
cantamos bien
la
canción es intemporal
transmitida
de corazón a corazón
por aquellos
que han visto
lo que nosotros vemos,
que supieron
lo que nosotros sabemos.
Por amantes que han
cantado ya,
Nuestro amor es nuestro
para tenerlo
y
para compartirlo.
El
milagro es este,
entre mayor es el compartir, más
tenemos.
RICARDO PASEYRO
Poética
Si
la palabra se descuida
el adjetivo no da vida,
mata. Regla de la poética
determinada por la ética:
nuestra dotación, al nacer,
fue la entidad, no el parecer.
“Insondable, inmutable, eterno,
absoluto”: con tal infierno
de voces que retumban, Hugo
rinde homenaje a Dios. Le plugo
cederle ciertas propiedades:
tal vez las otras facultades
las reservaba para sí.
El Todo no se mide así…




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