El
primer canto
Cuando
después de su triunfal carrera
Hundió la roja frente
El astro de la luz por vez primera
Detrás de las montañas de Occidente,
El
primer hombre atónito miraba
El declinar del día;
Y al notar que la sombra lo rodeaba,
Sintió miedo, dolor, melancolía…
Sufrió
al mirar la gran naturaleza
Envuelta en negro manto,
Le oprimió el corazón honda tristeza,
¡Y acompañó a las aves en su canto!
Primer
canto, expresión de un sufrimiento
antes no sentido,
Al cual hicieron coro con su acento,
El murmuró, y el trino, y el balido.
Desde
entonces doquier que los pesares,
La duda, el desconsuelo,
Hacen brotar las lágrimas á mares,
Tú las enjugas, ¡Musa! hija del cielo
La
noche que los ojos envolvía,
De Milton y de Homero,
Hizo surgir la eterna poesía
Que oyó atónito y mudo el orbe entero.
Oh
desesperación, cuando la sombra
Cubre el mundo y el alma,
El hombre en su dolor te invoca y nombra,
¡Y no le prestas la anhelada calma!
El
dolor, sin cesar, con rabia fiera
El corazón desgarra
¡Ay! un alivio a este dolor no hubiera
Si algo no hiciese detener su garra.
Ese
efluvio que luz y amor exhala,
Del alma santo anhelo
Eres tú, Poesía, eterna escala
!Por donde el alma se remonta al cielo!
Ella
le grita al desgraciado «¡Espera!
La esperanza no es vana,
Si hoy te oprime el dolor con saña fiera,
Eterna dicha gozarás mañana!»
Cuando
en medio la noche sosegada
Titilan las estrellas,
¿Quién al alzar la vista conturbada,
No cree que su alma ha de habitar en ellas?
¡Oh
dolor! ¡oh tinieblas, ¡oh misterio!
¡Punzadoras angustias!
Silencio aterrador de un cementerio,
Desiertas ruinas, soledad es mustias;
Sonido
de una música lejana,
Queja de un arpa rota,
Triste doblar de funeral campana,
De alondra herida postrimera nota;
Nostalgia
dolorosa del proscrito,
Desengaño, locura,
Tú, tormento mayor que el del precito
¡Amor sin esperanza, cruel tortura!
Fuentes
sois de perenne poesía
De inspiración sublime,
Porque sólo en su mísera agonía,
¡El bardo celestial cantando gime!
Hacen
vibrar los íntimos dolores
El arpa sacrosanta,
¡En la noche gorgean los ruiseñores!
¡En la desgracia el hombre llora y canta!
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