Soneto
profético
Esto
pasa en el año tres del siglo presente:
de una nevada esteárica a los rubios reflejos,
en descifrar se empeña sonetos suyos viejos
y cojos, de tres años, un bardo decadente.
¡Nada!
¡Ni él mismo sabe lo que soñó su mente!
Está perplejo el que antes a otros dejó perplejos.
Como olvidó los símbolos y ve las claves lejos…,
no entiende nada…, nada…, nada absolutamente.
Vuelve
el antiguo oráculo por la explicable cifra…,
mas tampoco el oráculo sus enredos descifra
y ordénale que a estrofas claras su afán consagre.
¡Oh,
poetas! Del numen el jugo cristalino
verted en limpias ánforas, y así del genio el vino
sin mistificaciones nunca será vinagre.
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