Llamando a la puerta
Olvidando
que mi madre había fallecido-
como de costumbre,
llamé a su puerta.
«¿Estás
bien, mamá?
sí, lo estoy.
No sientes ningún dolor, ¿verdad?
no, hijo mío, no».
Me
quedé allí, respondiendo a mis propias preguntas.
Versión de Mariela Cordero
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