Aplastacabezas
al pueblo eritreo, el más triste
Cada
conato que se amasa es por aplastamiento.
El Cuerno del infierno dicta con mano dura.
Cuánta muerte ha salido a apisonar con martillo la vida de por vida.
Entre dos sierras, a paso de hoz
cuánto filo para segarte.
Si lo nuestro no es vida a pesar de la acacia, las gacelas
de tus desiertos, también míos
de mi mar en sangre y tu isla detenida
¿cómo huimos de esta necrosis?
Un país carga y se vacía en muertes sucesivas:
te capturan hasta vender tu vida
negociar el recate de tu segunda muerte y la tortura.
Da lo mismo si se llaman beduinos en el Sinaí
policías en Sudán, polleros en Juárez.
¡Trágame tierra!
La libertad puede encontrarse en otro mundo:
en el dedo del soldado etíope desalmado
en las costas de Libia o la Florida
hasta en Suecia, el otro mundo.
¡Y estar vivo!
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