Alambre
de púas
El
obispo ordena tapar los nidos con alambre de púas
para
alejar los pájaros de la Catedral Primada.
Prohíbe
alimentar la paloma de la paz
en
la Plaza de Bolívar.
En
las noches la sangre se desliza hasta el altar
y los
esqueletos sorprenden con su canto herido.
Cada
mañana el sacerdote oficia el ritual
y
los feligreses no pueden respirar.
Las
sílabas se paralizan y las palabras se esconden.
A la
memoria llegan las púas de un campo de batalla.
Nos
tapamos la boca con el puño cerrado
y
cerramos los ojos para no ver el miedo
ni
sentir el dolor de las alas amputadas.
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