Como
voces
perdidas,
como
pájaros de un único vuelo,
a la
orilla de la edad y del tiempo,
vuelven
a mí desnudos
los
elementos y sus accidentes:
el
río Arno, más de papel que de agua,
o mi
mujer corriendo
con
una cumplida parrilla entre las manos
y el
don del vino en la sonrisa.
El
viento serenaba nuestra siesta,
una
brisa mecía los olivos
y
ventilaba nuestros sueños veinteañeros
a la
intemperie de un día de reloj campesino.
De: "En
la mano que escribe. Poesía reunida (2007-2022)"
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