Despedida
Te
acercas a mi lecho
y te
descalzas cuidadoso:
Pisas
suelo sagrado,
pues
sacro es el lugar
donde
un hombre se postra
para
esperar la muerte.
Ya
ves que las facciones que conforman mi rostro
cambiaron
de inmediato en pocos días.
Y
aquello que podía definirme
apenas
se divisa en mi mirada.
Solo
queda una luz
que
ya no se parece, de tan débil,
al
antiguo fulgor que brillaba en mis ojos.
Y,
ahora que su herida
ha
dejado su huella
en
cada cicatriz,
puedo
verle a lo lejos y seguir el sendero
que
me lleva a su lado.
Hoy
estoy convencido de iniciar mi andadura.
No
debes recordarme por mi nombre
sino
por la manera
que
el dolor ha querido darme forma.
Ya
no me llamo Juan José.
Y no
existe lenguaje
que
pueda describirme con palabras,
pues
qué son las palabras sino espejos
donde
los otros pueden revivirnos
pensando
que nos miran sin vernos realmente.
Pero
no tengas miedo,
y
por última vez coge mi mano
antes
de que mi cuerpo me abandone
y
empiece mi partida.
Bien
sabes que a quien nada puede atarle
no
le importa viajar hacia lo ignoto.
El
afán por su encuentro
puede
más que lo oscuro del camino.
De:
“El canto del Ney”
No hay comentarios:
Publicar un comentario