viernes, 29 de noviembre de 2013

CARLOS PINTADO




Ante una puerta



Descanso ante la antigua puerta oscura.
Miro sus suaves bordes, su madera
que tan paciente guarda la certera
oscuridad que su interior procura.

Rozo la aldaba en vano. Nadie viene.
Escucho sus lejanas voces solas
Entrar en el silencio como olas
sin las aguas del mar que las sostiene.

Todo retumba en el sagrado fondo
de la casa que el tiempo no ha podido
derribar. Casa y tiempo son olvido.

Descanso ante el umbral. Acaso un hondo
y perdurable horror yo sufro en vano:
mi mano en la penumbra no es mi mano.




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