Herejía
I
Dios
inventó los miércoles.
Construye
el sollozar del clarinete,
cabalga
por las uñas.
Quise
probar mi inocencia.
Escribir
sin miedo a las arañas.
Voy
directo a la cúspide de tus arrugas
no
existentes.
Si
te beso y olvidas los pies
ya
no importa… “ya no importa
cuánta
vejez se acumula en estos años”.
II
Dios
inventó el clarinete.
La
esencia exótica
que
deambula como mágica bruja
ansiosa
de beber la fragancia de tus óleos.
¿Mis
tobillos…? Humm…
Están
envueltos en esmaltes.
Dios
inventó los miércoles como días comunes.
Yo,
creyéndome Dios, reinventé la flauta
para
amarte como Dios ama el clarinete.
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