domingo, 27 de julio de 2014

REINALDO SILVESTRI


 

A la mujer que espero

 

Mujer, hermana de mi euforia.
Abre tu nicho blanco
a los siete volcanes marinos
que gritan por mi sangre.
Tus carnes son hermanas
de mis ebrios espasmos.
Es hermano el llamado que tus ojos maldicen.
Alárgate en la hora del vendaval oculto.
Salta al instante que goza eternidades.
Presta tus hermosuras a mis bermejos ritos
y ¡date, date, date!...
conoce mis cantares
y agólpate en la esquina
en que explota mi carne.

 

 

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