domingo, 27 de julio de 2014

ROSA VANESSA OTERO


 

Antes fue el silencio...

 

Antes fue el silencio sobre la laguna.
Hasta que el primero de nosotros
hundió sus pies en el cieno.

Era difícil caminar sobre el lodo.
Caminamos.
Hasta que el primero de nosotros
se alzó sobre zancos de madera vieja.

No era fácil mantener el equilibrio.
Caímos varias veces.
Hasta que el primero de nosotros
construyó un puente de tabla y un callejón.

Fue tedioso caminar sobre los puentes.
Hasta que el primero de nosotros
fabricó un caballo de palo y paja
al que llamamos Camarero.

Entonces, de tierra firme
llegaron en automóviles
hombres bien vestidos
e hicieron apuestas.

Ese día descubrimos
que más allá del Caño
se alza otra ciudad
que avanzará hasta nosotros
con la velocidad de un tranvía.

Corrimos despavoridos
al oír la trompeta del hipódromo.

Hasta que el primero de ellos
nos ofreció dinero
y el primero de nosotros
cambió sus zancos, puentes y callejones,
el caballo y el hipódromo
por una muralla, una avenida,
un carro viejo y un residencial.

Y nos aplaudieron.

Hasta que el primero de nosotros
reclamó título de propiedad.

 

 

 

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