Canción
menor
Tienen
gotas de rocío
las
alas del ruiseñor,
gotas
claras de la luna
cuajadas
por su ilusión.
Tiene
el mármol de la fuente
el
beso del surtidor,
sueño
de estrellas humildes.
Las
niñas de los jardines
me
dicen todas adiós
cuando
paso. Las campanas
también
me dicen adiós.
Y los
árboles se besan
en el
crepúsculo. Yo
voy
llorando por la calle,
grotesco
y sin solución,
con
tristeza de Cyrano
y de
Quijote, redentor
de
imposibles infinitos
con
el ritmo del reloj.
Y veo
secarse los lirios
al
contacto de mi voz
manchada
de luz sangrienta,
y en
mi lírica canción
llevo
galas de payaso
empolvado.
El amor
bello
y lindo se ha escondido
bajo
una araña. El sol
como
otra araña me oculta
con
sus patas de oro. No
conseguiré
mi ventura,
pues
soy como el mismo Amor,
cuyas
flechas son de llanto,
y el
carcaj el corazón.
Daré
todo a los demás
y
lloraré mi pasión
como
niño abandonado
en
cuento que se borró.
Diciembre de 1918. (Granada.)
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