miércoles, 6 de septiembre de 2017

DANIELA CAMACHO




xxii



Ya empieza a insomnecer y aquí no hay luna ni sol ni estrellas. No se escuchan las plegarias de la vieja rezandera ni hay jaurías mendigando las migajas del ayer. ¿Qué hora es ésta en que la piel se pudre y en el cementerio yacen tantos niños? ¿Qué palabras se pronuncian cuando de una boca virgen brotan los gemidos primigenios del dolor? ¿Qué lugar es éste donde el hambre y la apatía nos sofocan lentamente? No lo sé. En los párpados oscuros del silencio ya ha empezado a insomnecer, tal vez contemplemos el tristísimo y fingido orgasmo de la muerte.



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