Soneto pedagógico
A Julio Rodríguez
La
tarde hostil, el corazón sereno,
la luz acomodada en la blancura,
su memoria en las manos y esta oscura
soledad con su arista y su veneno.
la luz acomodada en la blancura,
su memoria en las manos y esta oscura
soledad con su arista y su veneno.
Evocación
de noches por el seno
exacto de su cuerpo, hacia la dura
certeza de que el fuego no perdura
más de lo que consiente el tramo obsceno.
exacto de su cuerpo, hacia la dura
certeza de que el fuego no perdura
más de lo que consiente el tramo obsceno.
(Aunque
creo hoy mi verso ni siquiera
alcanzará el solar de su silente
recuerdo, en el que un día fui acogido).
alcanzará el solar de su silente
recuerdo, en el que un día fui acogido).
Caer
pues en porfía no quisiera:
he querido nombrarla y solamente
le canto ya sin voz a lo perdido.
he querido nombrarla y solamente
le canto ya sin voz a lo perdido.
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