martes, 5 de septiembre de 2017

MIGUEL FLORIANO




Soneto pedagógico

A Julio Rodríguez


La tarde hostil, el corazón sereno,
la luz acomodada en la blancura,
su memoria en las manos y esta oscura
soledad con su arista y su veneno.

Evocación de noches por el seno
exacto de su cuerpo, hacia la dura
certeza de que el fuego no perdura
más de lo que consiente el tramo obsceno.

(Aunque creo hoy mi verso ni siquiera
alcanzará el solar de su silente
recuerdo, en el que un día fui acogido).


Caer pues en porfía no quisiera:
he querido nombrarla y solamente
le canto ya sin voz a lo perdido.

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