Apología de la tarde
A Ornella Falcone,
donde quiera que esté
Ornella:
A mí te trajo la locura
de
buscar un beso en otro beso,
las
partes más felices de los días
en un
traje vacío, en tierra seca,
en los
mensajes sin contestar del celular.
Agustín:
En el amor queda sin beber
un vaso
de vino, jardines con ángeles de mármol
vomitando
agua artificial para siempre.
Ornella:
Todo está igual menos la que fui:
ella
sigue conversando, a las puertas del quizá.
Agustín:
No digas nada y tocá el silencio.
Escuchá
palpitar las vidas
que
viven dentro de mi vida.
De: “El cielo no termina de quemarse”
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