Vehemencia
Beso el
pavimento de las suelas puestas
en pies
que nunca calzaré,
Me dejo
poseer y sin miedo al poema esclavo de mi verdad
robo
designios de bocas fugaces en mis recuerdos.
Ah!
patria de estambres eléctricos,
paroxismo
en las retóricas de mi yo.
Me
quito el velo de los pulmones para respirar
un aire
de anzuelos
tras
las orillas de otras patrias,
en
otros ojos que no sean los mismos de las tardes
en que
cierro puertas
y me
atraganto el alma con llaves de desconocidos.
Mitómana
me ha vuelto la poesía
sin que
ella padezca de esos espejismos.
Indago
en plazas ajenas,
edificios
para el trapecio de los ojos.
Nunca
temo hablar de mi inocua sustancia de verbos,
diabólica
es la eficacia con que enamoro a los perros,
los
domingos soy adversaria de la multitud.
Por mi
lengua transitan
dudosos
protagonistas,
dactilares
salpicados en labios que jamás pronunciaré,
y a
pesar de un fuego que me arde
intrínsecamente
converso
el poema,
soy una
gigante compuesta de huellas,
de
merodeadores,
de
capitanes bravos que apuntan con su látigo
a mi
preñez pálida de esclavitud.
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