Lo inacabado
Cuando
él tuvo veinte años, alzó la mirada, vio el cielo, vio nuevamente la tierra,
con suma atención. ¡Era cierto entonces! Dios no había hecho más que un bosquejo
del mundo. No dejó nada sino ruinas.
Ruinas
este roble, aun siendo tan bello. Ruinas el agua que viene a romper suavemente en
la orilla. Ruinas el sol mismo. Ruinas todos estos signos de la belleza, como
bien lo prueban las nubes, aún más bellas.
Sólo la luz poseyó vida plena, se dijo. Y por eso pareciera simple e increada. Desde entonces, los bosquejos es lo único que le gusta de la obra de los pintores. El trazo que se cierra sobre sí le parece que traiciona la causa de este dios que hapreferido la angustia de la búsqueda a la alegría de la obra concluida.
De: “Las uvas de Zeusis”.
Versión de Adalberto García López
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