Canto VIII
Una
ola de emociones cubre mi cabeza. Manos en el volante, una marea de ruidos
entra y sale rozando cristales. Aullidos de lobos que advierten.
La
caída de las gotas se despliegan en el parabrisas, pequeñas estacas que se
clavan en los ojos.
La
música es silencio, un mundo se crea dentro. Las llantas desgarran el asfalto,
las arterias engrosan: Rojos búfalos que desbaratan y trepan en los hemisferios
grises en los que la sombra de un caparazón óseo descansa.
Un
trueno resuena, las bestias rojas arremeten, cubren cejas, pestañas y ojos. Los
cristales se disparan collar que asfixia.
Gritos,
aullidos, rostros borrosos, miradas morbosas, sudores, tronidos, silencio… un
sombrío suspiro enmudece.
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