A
ESTA HORA de aquel sueño
que me amaneció en la estancia,
a esta hora del dolor de la carne
naciéndome dos veces,
hubo cielo y oscuridad,
hubo el paso de un cuerpo
acercándose.
Es el momento del lento pestañeo:
peces aleteando entre las sombras.
De: “Y los dormidos siempre mudos peces”
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