El sabor
de Dios
para Gonzalo Rojas
Provisiones
para el cuerpo
y la
ración de luz
llegan
como la malicia
desde
el centro de nuestro corazón
Baja
el jugo de malvas
por
tu pecho
y
ejercitas en él palabra y cólera
Una
sandalia en la arena
un siseo que nos recorre
pero
ignoramos si toda estación tiene manjares
Sabemos
sí
de
la desolación de dos mujeres
de
sus alforjas con plata
Sabemos
de caracolas
arrancadas con barreta
de
insectos adobados sobre salsa de hoja santa
y
sabemos del bronce
al
abrir paso en las entrañas
mientras
un vino del color del mundo
cae
en el cuenco de tus manos
Sabemos
del aliento misericordioso
que
hace la marea de las ciudades
y
sabemos tanto de lo no importante
“Hábleme
usted seriamente”
reclama el emigrante
para
extender manojos de cilantro
sobre
el lecho
Luego
la cópula de las especies
sobre
la tarde escarnecida
tiñe
la mesa de sangre y la llena de sabores
“Traiga
pan de muerto”
demando
“Por
supuesto”
se escucha decir en el María Sabina
y
vuelves tus ojos de bosque sobre mis heridas
y
preguntas si tienen algo con el sabor de Dios:
“Por
supuesto”
te responden
“Por
supuesto”
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