Tardes
de enero
Las
tardes de enero
heridas en el pecho
con su lluvia gris
y sus gatos de niebla entre las bardas.
El
cierzo y sus cuchillos
que tasajean el rostro de la ciudad,
las visiones de todas las ventanas
abiertas al vacío de la realidad que se toca
y quema
o se desbarata entre
los dedos.
(El
alma sitiada
ofrece rienda suelta a sus delirios
La sed nos
petrifica
la compasión desaparece
y los ojos se enfrentan al reto claroscuro de otros ojos)
En
algún recodo de mí mismo
se ha roto un cuerpo.
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