Finalmente
aprendí
a leer la viva
constelación de las mujeres
y los hombres, las líneas
que unen entre ellos las figuras.
Y ahora me doy cuenta de las señales
que configuran el desorden del cielo.
En esta ocasión, dibujada por el pensamiento,
distingo la rotación de la luz
y la oscilación de los signos.
Así concluye el día
mientras paseo
por el silencioso huerto de las miradas.
Versión
de Roberto Bernal
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