En
ocasiones se introduce en el pensamiento
como en el agua, un reflejo
que lo atraviesa y mide su fondo.
Es un ojo que se abre
dentro de las ondas luminosas y se hunde en ellas.
La trayectoria disminuye y la luz
descendente se detiene.
Después la mente vuelve a cerrarse
en el impulso vertical y profundo
de la herida y el abismo.
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