Sin
noche
Y si
bien sabes cómo
te
quiero. Callo,
ni
respiro siquiera. Entro en las palmas
de
tus manos, ya casi envejecidas,
en
tus arrugas que me dan resina,
que están
cantando, como tu mirada
tan
cristalina y tan fecundadora,
claro
vuelo de alondra,
junto
a tanto dolor,
junto
a tu pesadumbre
sin
llanto, con alegre
fijeza.
Si
se te caen los dientes,
Nunca
invierno en tus labios que ahora vuelan
Abriendo
la mañana,
Haciéndola
más pura con el olor a ropa
Recién
lavada, y con calor
Del
hilo, y
Queriendo
tu madeja de lana duradera.
Yo
te acompaño, agua
Dulce,
ya casi suspirada, canción a flor de labio,
roció
a medio parpado. Ahora está la mañana
Como
tú: entera y virgen.
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