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Si es verdad que llorar está prohibido
en
las casas de los poetas;
si los barcos naufragaron y el tiempo se hundió
bajo
el diluvio salvaje de los versos;
si Tirteo ya no deletrea nuestros cuerpos
y
Mimnermo aún resiste con sus palabras;
si Milón se ha enamorado
y
Arquíloco no sabe dónde late
su
alma de esclavo y noble al mismo tiempo;
si Safo, Alceo y Anacreonte
definitivamente
han muerto.
Dadme
cal viva
para
que pueda convertir en piedra la poesía
y
arrojarla hacia aquella isla libre
que
todavía arde en el mar abierto.
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