domingo, 3 de octubre de 2021

JUAN MARCELINO RUÍZ

 

 

Martha

 

 

Martha

jamás necesitó de un ritmo de palmeras

le bastaron las calles polvorientas

de mi pueblo dibujado en el desierto.

Todas las tardes cruzaba por la plaza

como un alfil blanco

rozando apenas el tablero.

Rubio deseo compartido

por más de treinta adolescentes.

Algunos, los más grandes

juraban haberla disfrutado

en las tapias de lo que fue el correo

los otros, tan sólo queríamos crecer por ella.

Las calles de pronto parecieron muy estrechas

para el crecimiento anormal de sus caderas,

nos dejó con las ganas de crecer

y con la cálida humedad de la vergüenza

corriendo entre los dedos.

 

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