Tratado
de antropología caucásica para argumentar que la memoria es el hogar que nos
queda: Ritos funerarios
Qué
ingrato el ánimo desafecto de la sepultura pedimos a otras manos la delicadeza
cuando no nos alcanza la suavidad unos padres hacen hueco a su hija que potrea
en el lecho aunque no deja espacio suficiente la anatomía le ha nacido junto al
labio un girasol menos mal que abarca una viudez contemporánea este hito y que
habíamos sido previsores con la putrefacción astillamos al huérfano varón
porque acucia la enmienda y nos esperan las mujeres para la ceremonia en este
luto apremia la practicidad de las parcas también contiene un capitalismo feroz
una despedida hay negocio en todos los misereres apenas si da una tregua para
aprender la compostura de la formalidad que ya duele la adultez que un deceso
es costoso hemos alboreado nuestro valor para la póliza alguien tenía que
buscar al sepulturero y a pesar de la deferencia no ha mostrado apuro siquiera
frente al primogénito no importa ya la confección a estas alturas de la carne
rasguemos en retales el agasajo de la elegancia que el sastre ya no puede
recordar la palabra aguja ni colocar un puño de su propia camisa quedan aún
plegarias antes de cortar los crisantemos abre las puertas que el eccema no
entiende más de amores que esta guardia macera tu gloria prieta y ya no llega
el pellizco retozón sino la escara vi el fémur de mi abuelo salir de su sueño
cálcico quebrarse en dos mitades a qué sonido cruel nos aboca el olvido
mientras crecíamos su muslo soportó nuestra numeración trajo a mediodía la
faltriquera el paloduz el tallado de la espadas de madera el medio del gallo en
el corral custodió mi chapoteo de plástico chirriante cómo odiaba de pequeño
las calles de lluvia esa carne sostuvo por vez última de cuerpo presente a su
esposa a la que no conocí y fue benigna pues nos estrechó ahora apenas si
mantiene la osamenta del arcángel no hay tacto que comunique dolor alguno no
existe el nervio ni ese ego subcutáneo de la multiplicación apenas jirones de
un tejido que nos erizó me he demorado porque hay una velocidad distinta en el
ciprés en el asiento trasero de esos coches abandonados no hubo sorpresa fue
sagaz la larva en los lustros de la descomposición la química que acabó con su
tórax también nos dio la fotografía que luce en el salón qué paradoja nos
regalan el progreso y sus esperanzas no temas un río muere por ti muere en el
inicio de otro río en la orilla de un mar cuya arena será castillo de arena he
visto el fémur de mi abuelo llegué tarde a las exequias abracé a mi padre crucé
el paisaje donde nacerán otros ríos cuando quemen estos huesos en un descampado
o en una sala con una vitrina perdurará el olor de los apellidos os he
encontrado cabizbajos en el camposanto y hemos sonreído porque en cualquier
caso nos alegra el fandango
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