Congregatorio
de pájaros
Las
ciudades crecen y luego se visten de niebla de hollín, solo los más fuertes
entre nosotros nosotras se atreven a plegar sus alas y dejarse caer sobre sus
plazas—las que quedan—sus cauces lleno de desperdicios donde flotan peces boca
arriba a medio podrir
no, no tan sí—dice la gaviota—todo tejido es picoteable, digerible. Los aceites
de la descomposición ablandan hasta los más duros tejidos—se incuban suculentos
gusanos blancos que no querríamos, no podríamos dejar pasar
Concuerdo
con la moción dicen los buitres y agregan que ser carroñero se está
convirtiendo en una virtud porque ejercita la limpieza a la vez que aprovecha
una fuente de alimentos que parece inagotable
Llegan
gorriones y palomas oscureciendo el cielo desde los cuatro puntos cardinales la
ciudad y el campo murmurando como la brisa sobre las hojas secas los tallos y
las ramas quebradizas que parecen que son los únicos que van quedando—y unos
troncos, pelados
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