El
adiós
“Pueden
pasar
a
despedirse”, dijo,
y las
palabras
que
provenían del túnel
de
la esperanza,
se
conectaban
con
su boca abierta
la
cabeza levemente
inclinada
hacia atrás
y
los ojos,
que
miraban sin mirar
el
escenario quieto
del
cielo,
observaban
esta
historia
recién
amanecida
y
claro,
allí
estaba yo,
testigo
oscuro,
un
detalle del paisaje, apenas
un
sueño imposible que soñaba
con
poemas y canciones de amor.
Porque
todas las personas que amo
han
nacido para desaparecer;
porque
todo se vuelve inalcanzable
para
los que se van sin despedirse.
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