Destierro
Deshacerse
de una bufanda
de
un par de medias
de
la soga que aprieta
de
la máquina donde se coloca la huella digital
del
contrato de ocho horas (que ahora son nueve)
de
los cinco a siete minutos en la parada del bus
de
la prisa
de
la pastilla para inducir el sueño
porque
hay que estar en batalla a las seis
y
recién a la medianoche nos da por vivir
de
la lista de compras
de
la necesidad de reunir la cantidad precisa.
Un
crimen desear, desprenderse.
Que
la belleza se vaya por donde vino
el
túnel que teje el cuerpo
para
después deshacerlo.
Permitir
que todo siga su curso
abrazar
la decadencia, la putrefacción
amar
el estado de las cosas sin querer alterarlas
cometer
el delito
volver
al asombro del primer deseo
el
que nunca intentamos cumplir porque afloja la hebilla
desata
cordones
intercambia
lo conveniente
por
el sol que este rato calienta la espalda.
Morir
algo en las noches
ser
viajeros (y punto)
de
una vida que siempre nos desmantela al pasar.
De: “Doble filo”
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