Del
silencio y los espejos
En
esa esquina mataron al profesor Soriano
Diecisiete absurdos disparos que todo mundo vio
pero que nadie oyó
Porque la noche tiene demasiados ojos
y el miedo puertas donde se cuela la ignominia
y la soledad ecos que en la piel resuenan
En la otra manzana vivió la sindicalista aquella
que con megáfono en mano esperanzas pregonaba
Solidaridad compañeros organicémonos
Demos la batalla por la paz verdadera
Pero amaneció
con la voz herida
y sobre ella un papel con letra ensangrentada
Pero nadie sintió cuando las paredes se golpeaban
Nadie midió el rumor de las proclamas
Nadie se percató del silencio que colgaba
Porque la noche tiene demasiados rostros
y el miedo espejos donde se miran los abismos
y la soledad retumbos que la memoria niega
Allí sobre el asfalto quedó la mancha roja
y la risa como campana de inquietudes
de la hija del poeta
Marchaba como flor abierta a las mareas
y al perfume del amor por todos compartido
y al placer de caminar sobre la historia
Pero nadie sintió los versos que emanaban
ni la mirada al ave en la ciudad de vientos y colinas
Porque la noche tiene demasiadas piedras malas
y el miedo martillos que golpean la palabra
y la soledad un perro que ni siquiera aúlla
De: “Sobre
los fuegos el puente”
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