SAINT KABIR
6
La
luna brilla en mi interior; pero mis ojos ciegos no pueden verla.
La
luna está en mí, lo mismo que el sol. Sin que lo toquen, el tambor de la
eternidad resuena en mi interior;
pero
mis oídos sordos no pueden oírlo.
Así,
en tanto que el hombre reclame el Yo y lo Mío, sus obras serán como cero.
Cuando todo amor del yo y de lo mío
haya
muerto, entonces es cuando se consumará la obra del Señor.
Que
el trabajo no tenga otro afán que el conocimiento.
Alcanzado
el conocimiento, déjese el afán. El afán de la flor es el fruto; cuando el
fruto madura, la flor se marchita.
El
ciervo contiene el almizcle, aunque no lo busca en sí mismo sino husmeándolo en
la hierba.
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