miércoles, 21 de octubre de 2020

AUSIÁS MARCH

 



Velas y vientos cumplan mi deseo…

 



Velas y vientos cumplan mi deseo,

siguiendo dudosos caminos por la mar.

Mistral y Poniente contra ellos veo fraguar,

más Siroco y Levante les ayudarán

junto con sus amigos Gregal y Mediodía,

que humildemente ruegan al viento tramontana

que les sea propicio en su soplar,

y así, los cinco, consigan mi regreso.

 

Hervirá el mar cual la cazuela en el fuego,

mudando su color y estado natural,

y mostrará querer mal a cualquier cosa

que un instante sobre él se detenga;

peces grandes y pequeños correrán a salvarse

y buscarán escondrijos secretos;

huirán del mar donde nacieron y crecieron,

y su salvaci6n en la tierra perseguirán.

 

Todos los peregrinos a la vez jurarán

y prometerán presentes hechos de cera;

el gran pavor sacará a la luz los secretos

que al confesor no fueron descubiertos.

 

En el peligro, no os borraréis de mi pensamiento,

antes bien haré votos al Dios que nos ligó

para que no mengüe mi firme voluntad

y en todo momento me seais presente.

 

A la muerte temo, que de vos me separa,

y porque Amor por muerte es anulado;

mas no creo que mi querer, superado

pueda ser por tal separación.

Me temo que vuestro escaso amor

me abandone al olvido, apenas yo muera;

tan sólo este pensamiento aturde mi placer

-pues no creo que tal suceda mientras viva-:

 

que tras mi muerte, perdáis poder de amar,

y todo él en ira se convierta,

en tanto que forzado yo a dejar este mundo,

todo mi mal sea el de no poderos ver.

¡Oh Dios! ¿por qué no hay limite en el amor,

si cerca de aquél yo me encontraría solo?

Sabría cuándo vuestro querer me quiere,

temiendo, confiándolo todo al porvenir.

 

Soy el más ferviente amador,

tras de aquel a quien la vida ya Dios arrebató:

pues yo vivo, y mi corazón no muestra duelo

tanto por la muerte como por su enorme dolor.

A bien o mal de amor estoy dispuesto,

pero mi mala fortuna a tal caso no me lleva ;

desvelado, abierta de par en par la puerta,

me hallará respondiéndole humildemente.

 

Yo deseo aquello que tanto puede costarme,

y esta espera de muchos males me consuela;

no me place el que mi vida esté a salvo

de un muy grave caso, el cual pido a Dios ocurra.

Entonces no tendrán las gentes que dar fe

de lo que Amor fuera de mí haga;

su poder se manifestará con actos

y mis dichos con hechos probaré.

 

Amor, siento de vos más que no sé,

y la peor parte me tocará:

sólo sabe de vos quien sin vos está.

Al juego de los dados os asemejáis.

 

 

Versión de José Batlló

 

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