martes, 20 de octubre de 2020

DELIA QUIÑÓNEZ


 

 

Misiva de Andrómaca

 

 


Mujeres:

Ni en torre de cristal

               ni en pétrea fortaleza

conservamos las cenizas que

               los hombres y sus guerras absurdas

nos endosan impíos.

Las tenemos

               -cenizas irredentas-

labradas en los pechos

               de donde arrancaron a los hijos

para que otros

               perpetuaran el odio que socavó el futuro.

La guerra profanó nuestros cuerpos

               y arrancó de cuajo

los hijos que venían clamando luz,

               rocío, mieles generosas

               y azucenas de infancias impolutas.

Guardamos esas cenizas en los ojos

para no obnubilar la memoria

               ni aceptar acuerdos de perdón

sin justicia que pueda

               – al menos-

                         mitigar las afrentas.

Yacen heridos nuestros muros sagrados,

               los cuerpos nuestros se desangran todavía

bajo el asedio de las armas,

               bajo el negro y arbitrario manto

que cubre lujuriosas tretas.

Los clarines sombríos

               apañan el golpe seco

de los hombres que también cayeron

               sin nombre y sin bandera.

Fuimos y somos botín de guerra,

               lágrimas que se incendian cada día.

Pero seguimos siendo voces

                              cuyos ecos

               – torrente justiciero-

               mantienen las cenizas que quedan

                         palpitando entre la ira y la memoria.

 

 

Andrómaca

Esposa de Héctor, el héroe troyano, a quien vió morir en batalla. También sufrió la muerte de su hijo Astianacte, que fue despeñado desde lo alto de una torre, mientras ella formaba parte de las troyanas cautivas que los griegos vencedores se repartieron y llevaron hacia destinos inciertos.

 

Dánae
Hija de Acrisio, rey de Argos. Zeus se introdujo en forma de lluvia de oro en una torre de bronce donde su padre, Acrisio, rey de Argos, tenía recluida a Dánae. El dios la sedujo y ella dio a luz a Perseo.

 

 

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