Misiva de Andrómaca
Mujeres:
Ni
en torre de cristal
ni en pétrea fortaleza
conservamos
las cenizas que
los hombres y sus guerras
absurdas
nos
endosan impíos.
Las
tenemos
-cenizas irredentas-
labradas
en los pechos
de donde arrancaron a los hijos
para
que otros
perpetuaran el odio que socavó
el futuro.
La
guerra profanó nuestros cuerpos
y arrancó de cuajo
los
hijos que venían clamando luz,
rocío, mieles generosas
y azucenas de infancias
impolutas.
Guardamos
esas cenizas en los ojos
para
no obnubilar la memoria
ni aceptar acuerdos de perdón
sin
justicia que pueda
– al menos-
mitigar las afrentas.
Yacen
heridos nuestros muros sagrados,
los cuerpos nuestros se
desangran todavía
bajo
el asedio de las armas,
bajo el negro y arbitrario manto
que
cubre lujuriosas tretas.
Los
clarines sombríos
apañan el golpe seco
de
los hombres que también cayeron
sin nombre y sin bandera.
Fuimos
y somos botín de guerra,
lágrimas que se incendian cada
día.
Pero
seguimos siendo voces
cuyos ecos
– torrente justiciero-
mantienen las cenizas que quedan
palpitando entre la
ira y la memoria.
Andrómaca
Esposa de Héctor, el héroe troyano, a quien vió morir en
batalla. También sufrió la muerte de su hijo Astianacte, que fue despeñado
desde lo alto de una torre, mientras ella formaba parte de las troyanas
cautivas que los griegos vencedores se repartieron y llevaron hacia destinos
inciertos.
Dánae
Hija de Acrisio, rey de Argos. Zeus se introdujo en forma de lluvia de oro en
una torre de bronce donde su padre, Acrisio, rey de Argos, tenía recluida a
Dánae. El dios la sedujo y ella dio a luz a Perseo.
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