Nariz
roja y un llavero de Neil Armstrong
Pisar
la luna no, conducir el auto.
Reír de la rutina, de tanta payasada gravitatoria.
El trasero bien puesto en el asiento
y tu boca de tamaño normal
junto a esta nariz enorme que te pones
al verte de aquí para allá.
La
ciudad y el espacio inadvertido.
¿Quién
dejó abandonada esta nariz roja?
¿Quién este llaverito para cumplir sueños?
Neil
cayó del bolsillo del niño
justo a la entrada del colegio.
A pesar de su traje de astronauta
rebotó en el suelo sin ganas de asistir a la clase.
Él ya… las matemáticas dominadas,
el perfume aterrador de la maestra.
A él no… ya había pisado la luna.
¿Qué
más podían esperar de él!
Qué
aire tan pesado el de la tierra.
Qué fuerza ésta concentrada.
Neil debe volver al auto mientras el niño
entra por la puerta del colegio.
Mamá
se pondrá la nariz hasta que den las dos
y los dos objetos devueltos a la nave
le devuelvan el misterio de transitar el mundo
como si conociera la risa del espacio.
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