sábado, 19 de noviembre de 2011

18 Y 19 DE NOVIEMBRE


RECUERDOS DE IZA

7.- Aquí no suceden cosas
     de mayor trascendencia que las rosas.
Carlos Pellicer



INVOCACION A LA VIRGEN DE GUADALUPE Y A UNA SEÑORITA DEL MISMO NOMBRE: GUADALUPE

Hay gente mala en el país,
hay gente
que no teme al señor omnipotente,
ni a la beata, ni al ínclito palurdo
que da en diezmos la hermana y el maíz.

Adorable candor el de la joven
que un pintor holandés puso en el burdo
ayate de Juan Diego.
El sex-appeal hará que se la roben
en plena misa y a la voz de fuego.

Tórrido amor
amor no franciscano el que le brinda
año por año turbulenta plebe
mientras pulque y fervor
en frescos jarros de Oaxaca, bebe.

Una reminiscencia: Guadalupe
era tibia y redonda, suave y linda,
Otra reminiscencia:
a ella fui como el toro a la querencia
por ella supe todo cuanto supe.

Negra su cabellera, negra, negra,
negros sus ojos,
negros como la fama de una suegra,
tan lúcidos provocan y tan propios
el guiño adusto de los telescopios.

Vestida de verde toda
iba —excepto los labios rojos
y los dientes— vestida de verde-oruga,
verde-esperanza o lechuga,
verde-moda.

El indio grave que a brazadas llega
mar cruzando, picada de aspereza,
a su santuario;
y la mujer infame que navega
con virtuosa bandera de corsario...

Ojos dieran, los ojos de la cara
sólo porque a la vuelta de una esquina
la pequeña sonrisa que ilumina
de luz ultraterrestre su cabeza,
les bañara...

La flapper y el atleta
piernas dieran —milagros de oro y plata—
si la clara
ternura de esta Virgen les bañara
al llegar a la cama o a la meta.

Manos de oro colgara
manos, el acreedor hipotecario
colgara, y el ladrón y el funcionario
si sus ojos veteados de escarlata
esta risa una vez iluminara.

Amapolas
que en un suspiro se deshojan solas;
testimonios fehacientes de mi fe;
rosas inmarcesibles... por un día
opio de teponaxtle y chirimia.

Anhelantes de sed y de impotencia
en turbias fuentes beberemos ciencia...
¿para qué... ?
Si el caramelo que mi boca chupe
será siempre tu. nombre: Guadalupe...
Renato Leduc



LO COTIDIANO

Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;
Este cabello triste que se cae
Cuando te estás peinando ante el espejo.
Esos túneles largos
Que se atraviesan con jadeo y asfixia;
Las paredes sin ojos,
El hueco que resuena
De alguna voz oculta y sin sentido.

Para el amor no hay tregua, amor. La noche
Se vuelve, de pronto, respirable.
Y cuando un astro rompe sus cadenas
Y lo ves zigzaguear, loco, y perderse,
No por ello la ley suelta sus garfios.
El encuentro es a oscuras. En el beso se mezcla
El sabor de las lágrimas.
Y en el abrazo ciñes
El recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte
Rosario Castellanos



DESEOS

A Salvador Novo
Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color.
Todo lo que yo toque
se llenará de sol.
En las tardes sutiles de otras tierras
pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.
Déjame un solo instante
dejar de ser grito y color.
Déjame un solo instante
cambiar de clima el corazón,
beber la penumbra de una cosa desierta,
inclinarme en silencio sobre un remoto balcón,
ahondarme en el manto de pliegues finos,
dispersarme en la orilla de una suave devoción,
acariciar dulcemente las cabelleras lacias
y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.
¡Oh, dejar de ser un solo instante
el Ayudante de Campo del sol!
¡Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color!
Carlos Pellicer

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