martes, 17 de abril de 2012

CRISTIAN COTTET





Carta
  
              ........la que habita estos recuerdos



Mi casa está llena de tierra.
He vuelto de noche y descubro que
aún guardo dos o tres botellas
que retraen a los amigos, a una cita
que por su esplendor y distancia no pudo ser.
Llueve dentro de mi dormitorio
cuando no veo
el rostro que amo.
Un niño da gritos, exige
explicaciones a las cosas que hemos
hecho.
El tiempo, el tiempo todo
lo deja tirado por el suelo:
ella no lo sabe,
pero guardo sus cartas
entre el polvo que cubre mi casa.

Cada vez que aparezco
una sombra, sólo una distante sombra
indica el sendero que seguí hasta
los sitios que dormimos.
Los libros, cada uno a su manera
y estilo,
recuerdan esfuerzos ajenos:
el niño vuelve a traer la imagen
de lo que pudimos ser.
En fin, en estos días resulta imposible
descorrer cualquier velo
que evite lo que se vivió:
añosos, cansados y ciegos
mis dedos tiemblan y trémulos
van donde escribieron
suaves llantos de amanecida. Nada hará
que olvidemos las veces
que vestimos de negro mientras vaciábamos
botellas y alma.

¡Ah, que inútiles resultan estas líneas!

Mi casa, mientras, huele a cantina
y el polvo va cubriéndolo todo.
He cambiado un par de ventanas,
los perros se mueven sin destino:
ella sigue donde mismo, tan reunida de tierra,
esperando,
mientras las voces soplan por la noche
suaves cantos de niño,
palabras que hablan de columpios y poetas,
cariños jamás explicados,
inútiles debates:
polvo nuevo que cubra las efímeras
tristezas que hoy nos
hacen recordar.


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