Desde las orillas del tiempo
Qué morirá cuando yo muera.
Quedará algún vestigio
del combate conmigo
por construir una mujer serena.
Existirán mis sueños,
alguien heredara mis buenas intenciones,
mi melancolía,
la soledad
acariciada tantas veces
o aquellas tardes de lúcida belleza
cuando el alma vestía sus delicadas prendas
y un caluroso manto sobre el mundo
rompía la voluntad inquebrantable del destino.
Sequita viviendo ese anhelo incesante
por abrazarlo todo.
Las amorosas manos
acunarán las espigas
en los andamios desiertos de la tarde.
Si la mirada pudiera
lavar las heridas de los muertos
y deshacer el nudo de la carne,
yo volvería a contemplar,
desde las orillas del tiempo,
el rostro iluminado, eterno, de la vida.
De “Astillas de luz”
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