miércoles, 29 de mayo de 2013

GUILLERMO GAVILÁN ZÁRATE





Eterno retorno



Vives en mí como el recuerdo
de un beso ansiado
que no se repitió.
Me habitas
al modo que el roedor
mora en la gruta del queso:
me devoras,
y me haces tanta falta en las mañanas
como esa horita adicional de sueño.
No sé por qué camino
echaste a andar. ¡Qué importa!
Cualquier camino es viejo.
(Dos mil quinientos años después
estoy nadando
en el mismo río en que lo hizo Heráclito)
Pero donde y con quien andes
volverás, yo lo sé, por tres razones:
Una, porque en tu afán dejaste
sobre el nochero tu cédula y tus gafas.
Dos, por la inevitable redondez de la tierra;
y tres, porque si tu corazón es de metal
el mío es imán irresistible.
De que vendrás… vendrás.
Estoy seguro.
Pero si acaso al regresar
no me hallas,
no te afanes:
Es por mi falta de fe
en lo que yo creo.
Date una vuelta por ahí,
me encontrarás buscándote.

No hay comentarios:

Publicar un comentario