Mediodía
La
llamarada líquida del sol
se desliza entre los cuerpos
y la palabra brota de las manos,
ramificado vegetal
donde el destello nos aguarda.
Caen las hojas desnudas
en la aurora que espiga,
mientras la ciudad se edifica a sí misma
y la acción viril del poema
descansa en las delegaciones,
se hace un juego de canicas,
una cosecha de frutas en acecho.
En la playa se refugia el mediodía
y las campanas conciertan a los niños sobre el polvo.
Un perfume de puerto
avanza por la vía del tren,
en los hilos de la ropa:
banderas de huelga
en parvadas de ojos que vuelan por los corredores.
Dobla la esquina la policromía del alimento
y el viento quebrado de las doce avanza
sobre las antenas erizadas,
por los condominios del éxtasis,
por las estaciones desvencijadas del corazón del pueblo,
sobre el marcapaso de mareas
agotadas en los malecones mudos.
se desliza entre los cuerpos
y la palabra brota de las manos,
ramificado vegetal
donde el destello nos aguarda.
Caen las hojas desnudas
en la aurora que espiga,
mientras la ciudad se edifica a sí misma
y la acción viril del poema
descansa en las delegaciones,
se hace un juego de canicas,
una cosecha de frutas en acecho.
En la playa se refugia el mediodía
y las campanas conciertan a los niños sobre el polvo.
Un perfume de puerto
avanza por la vía del tren,
en los hilos de la ropa:
banderas de huelga
en parvadas de ojos que vuelan por los corredores.
Dobla la esquina la policromía del alimento
y el viento quebrado de las doce avanza
sobre las antenas erizadas,
por los condominios del éxtasis,
por las estaciones desvencijadas del corazón del pueblo,
sobre el marcapaso de mareas
agotadas en los malecones mudos.
De “Tornaviaje”
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